martes, 17 de diciembre de 2013

Fotografía: Aventuras de Darko y Pantera de Calnegre a Calblanque

Este pasado fin de semana, llegado el domingo, tras descansar de un viernes noche algo "crapuloso", la señora Pantera y vuestro servidor decidimos entrar en contacto con la naturaleza y hacer alguna ruta para limpiar cuerpo y mente. Entre cruce de sugerencias la señora Pantera apuntó la posibilidad de hacer la ruta de Calblanque al Calnegre, que aunque la hemos disfrutado en innumerables ocasiones tiene siempre un encanto especial. Por muchas razones: porque el entorno es una maravilla, porque en casi todo el camino puedes contemplar el Mediterráneo en su enormidad, porque en invierno el azul grisáceo del Mediterráneo nos embelesa a los dos, porque tiene varios tramos de subida que fortalecen piernas y glúteos (hay que mantenerse en forma zangüangos y zangüangas), porque recorres vestigios de una zona minera, porque llegas a la maravillosa playa y calas de Calblanque y finalmente, porque si el peculio os lo permite, podéis terminar comiendo un arroz en Cabo de Palos y un cóctel en el ZM (cuando está abierto claro, antes abría todo el año, snif...). La señora Pantera y yo andamos midiendo mucho, muchísimo donde dejamos el euro actualmente así que optamos por prepararnos unas viandas para degustarlas a la llegada a Calblanque.
Y he aquí otra de las maravillas de la ruta en cuestión y es que, si sois aficionados a la fotografía o al video podréis durante toda la ruta fotografiar y grabar el espectáculo de una peculiar naturaleza, pero comencemos el camino.
Una vez cogemos la salida de Cabo de Palos, tomando el camino a Calareona llegamos a la playa donde, a la derecha hay una explanada con un acceso un poco abrupto, donde dejaremos el coche. Caminamos dejando a la izquierda la playa de Calareona en dirección a la montaña que tenemos justo en frente, la ruta está bien señalizada. Enfilamos la montaña por un sendero escoltado por arbustos de especies endémicas (supongo, porque no soy docto en el tema aunque sí observador) algunas con molestas espinas. Continuamos en leve ascesión, dirigiendonos otra vez hacia el mar, bordeando la montaña. Parada y foto hacia Calareona y Cabo de Palos, también recomiendo zoom y fotos a los matojos y a los retorcidos arbustos, a mi me flipan sobremanera.



Pantera me dice que ella quiere hacer deporte, que aligere y me deje de  hacer fotos a los matojos endémicos, "fotos a la vuelta Darko que yo quiero hacer deporte", me sugiere. 
Ahora viene la bueno. A nuestra izquierda la pendiente de la montaña al mar abierto, el camino se angosta para luego llegar a una explanada donde encontramos la primera chimenea o pozo de ventilación de una antigua mina.






Después de más fotos de matojos y de algunos riscos que llaman nuestra atención por su refulgir, continuamos llegado a una zona en la que encontramos una maroma como asidero anclado a la roca para que podamos cogernos ya que el camino se estrecha tanto que sólo tienes un sesenta centímetros de ancho entre la pared y el precipicio, por lo que no llevéis pequeños seres humanos que cuenten con menos de 8 inviernos, peligro, peligro.




 Pasado este tramo,  pasamos por una ladera donde se hacían extracciones y en la que se aprecian los diferentes colores de los minerales que extrajeron. La combinación de ocre, tierra y verde me fascina en contraste con el gris de la roca y el azul cobalto del mar.



 Bordeamos una pared de roca que forma una cala con una pequeña playa casi inaccesible por lo abrupto del descenso.
 Me he entretenido sacando fotos a piedras y casi no diviso a la señora Pantera que va a toda maquina. Divisamos Calblanque, nos queda una pequeña bajada hasta llegar a la playa de arena donde pensamos descansar y dar buena cuenta de las viandas.





Tras comer y descansar, nos acercamos al mar, tocamos su manto desde la orilla, tímidos; para nuestra sorpresa la temperatura del agua es agradable y pensamos que no sería descabellado darnos un baño pero una ráfaga de viento nos recuerda que si lo hacemos lo vamos a pasar mal al salir así que iniciamos la vuelta a Calnegre, agradecidos de la puesta de sol que se nos brinda. "La próxima con más gente y comida en Cabo de Palos", nos decimos mientras estiramos los músculos apoyados en el coche. ¡Esto si que es disfrutar un domingo!




 

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